Hay muy buenos álbumes que hablan de las relaciones entre abuelos y nietos, aunque se ha de decir que, con frecuencia, gustan más al adulto que al niño lector. Uno de ellos es Mejillas rojas, del ilustrador ruso Aljoscha Blau (1972-) y del escritor austríaco Heinz Janisch (1960-). En él, un niño cuenta travesuras o sucesos que, supuestamente, protagonizó su abuelo y le contó a él: una vez que, jugando al fútbol, chutó tan fuerte que agujereó una nube y llovió tanto que el partido se tuvo que suspender; otra vez que construyó un puente sobre el río para ir a ver a su amiga Lili al pueblo vecino, y que hoy es la abuela; otra vez que cayó en paracaídas sobre su propia mecedora…
Álbum cuyo tema recuerda el de El ángel del abuelo. Las elegantes ilustraciones, a pastel y carboncillo, usan perspectivas algo forzadas que introducen al lector en el mundo propio del niño narrador. Excepto la ilustración inicial, la única que representa un momento realista, todas las demás, que reflejan lo que cuenta el abuelo, ocupan la página derecha. En las páginas opuestas a las de las ilustraciones va el texto, como escrito a mano sobre páginas rayadas de cuaderno en las que también aparece algún dibujo. En dos ocasiones, que se corresponden con momentos de reflexión del narrador, la doble página contiene sólo las páginas escritas y dibujadas del cuaderno. La última ilustración reproduce la misma habitación que la primera, pero vacía de muebles, y en ella se ve al niño sentado frente a la mecedora vacía de su abuelo pero en la que se proyecta su sombra: el niño vive ahora en el mismo mundo «mágico» en el que le introdujo su abuelo y continúa en contacto con él.
