Inicio + 06 años Pablo, el artista e Igor, el pájaro que no sabía cantar

Pablo, el artista e Igor, el pájaro que no sabía cantar

Entre los muchos álbumes excelentes de Satoshi Kitamura (1956-), dos que tratan acerca del arte son Pablo el artista e Igor, el pájaro que no sabía cantar.

En el primero el protagonista es un elefante pintor que pertenece al club de arte de la calle Pezuña y que pasa por un momento de bloqueo: no se le ocurre qué pintar. Después de las sugerencias de sus amigos del club decide irse al campo, donde tiene un sueño que le inspira. El argumento habla un poco de cómo, en los cuadros, tanto el pintor como los espectadores ponen lo que desean encontrar. Como es habitual en el autor, las ilustraciones están bien compuestas y en ellas abundan los detalles simpáticos, y la secuencia de imágenes y la forma de presentar las escenas de transición están bien resueltas, con marcos distintos para las escenas que muestran desplazamientos de un sitio a otro y para las que indican momentos de sueño de Pablo.

En el segundo, un relato contado con el colorido y el dinamismo habituales en el autor, Igor se pone a cantar con los demás pájaros pero estos no le quieren. Ensaya en su casa, va a clases con Gansa Sonata (en el original Madam Goose, un ejemplo de cómo la traducción puede mejorar el original), pero cuando intenta cantar todos se mueren de risa. Igor piensa que no tiene talento y se aleja de la música. Sin embargo, allá donde va, encuentra orquestas y conjuntos de todo tipo: de gatos, de perros, de ovejas, cocodrilos con bongos en una isla tropical, coro de pingüinos en un iceberg… Así que se instala en un desierto y allí, sólo, encima de una roca, se pone a cantar. Hay discretas referencias, en el texto, a términos musicales. Se representa la música con manchas de color. Se transmite bien la gran alegría que causa la música y, sin decirlo expresamente, se concluye que todos tenemos nuestro propio ritmo, nuestra compañía y nuestro sitio.

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