Inicio + 06 años El señor Zorro y el hilo rojo

El señor Zorro y el hilo rojo

Al señor Zorro le gustan los libros y El señor Zorro y el hilo rojo, de la alemana Franziska Biermann (1970-), son relatos ilustrados cómicos que hablan con gracia del tirón que pueden llegar a tener la lectura y la escritura.

En el primero se presenta al protagonista: un zorro al que le gustaban los libros para comérselos y, cuantos más comía, más le gustaban y más necesitaba; en fin, eso le condujo a robar en la biblioteca, a atracar una librería…; y, cuando lo encarcelan escribe un libro que gusta muchísimo al carcelero y que le hará famoso, todo un final hollywoodiense.

En el segundo el señor Zorro es una celebridad gracias al éxito que han tenido sus libros sobre las aventuras policiacas de Jacky Marrone. Un día que decide comenzar una nueva novela —antes se nos ha contado su trabajo de documentación previo a ponerse a escribir—, descubre que han desvalijado su sótano y ha desaparecido todo el material almacenado de ideas, cuadernos, etc. Acaba encontrando un pasadizo por el que llegó y escapó el ladrón y lo sigue: para no perderse se ata un hilo rojo, del jersey de su editor, que aguarda en la superficie.

El primero de los relatos es original dentro de los muchos que tratan sobre la lectura pues, aparentemente, no se presenta con el deseo de ayudar a los niños a que aprecien los libros, o el de ayudar a los padres a que sepan inculcar ese aprecio correctamente, sino con la intención de mostrar el poder adictivo que puede tener el afán lector. En las claras ilustraciones de la autora, con figuras angulosas y colores fuertemente contrastados, se despliegan los objetos en la página renunciando a la perspectiva.

El segundo es también una historia disparatada y graciosa, que se sigue con interés. Como es de suponer, el señor Zorro se pregunta qué haría, en su caso, Jacky Marrone: poner en funcionamiento «su hocico buscapistas»… Las figuras caricaturescas de los personajes caen bien. Las imágenes añaden información que no se cuenta con las palabras: no hace falta, por ejemplo, que se describan los túneles por los que se mete el Zorro, porque las ilustraciones los presentan con claridad. Hay muchos cambios de color y tamaño en la tipografía que añaden dinamismo y emoción al relato. El vocabulario es rico pero el narrador es consciente de a quienes se dirige y no recarga los aspectos metaliterarios del relato en busca del elogio de los adultos.

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